Mi cesta

Uno, dos tres, cuatro… y cinco (bost). Tantos trabajos creativos como para contarlos a mano abierta. Bost. El quinto trae sonidos como para disfrutar con todos los sentidos. Doblando la rectitud del pentagrama, un sonido que emana de la estrella de cinco puntas. Bienvenido, Bost. La mano tendida del incansable músico en su plena madurez. Mano tendida a las vivencias recientes. Motivo de alegría.

Bost es el quinto trabajo de Xabi Aburruzaga. Si en el anterior (Keltik) Xabi nos proponía viajar al universo celta, en esta ocasión el músico se adentra en su interior; ha puesto sonido a reflexiones basadas en las experiencias de estos últimos años, tejiendo con letra algunas de ellas. Desde la nueva atalaya de la paternidad tiene en mente la ternura de los viajes realizados a las tierras de su abuelo y su abuela, en Palencia. Son numerosos los recuerdos de los viajes realizados al exterior, ya que no olvidará las visitas hechas a Escocia, Irlanda, Quebec, Palestina o Galicia. Por otro lado, envía un sentido homenaje a la diáspora vasca de América. Rinde pleitesía a sus amigas y amigos músicos de Euskal Herria, y viste de sonidos sus rincones favoritos. Aburruzaga utiliza desde sus inicios los clásicos sonidos especialmente cuidados de la trikitixa, pero en este trabajo tampoco se ha podido resistir a la pasión de seguir investigando, y en la canción que da nombre al disco se ha atrevido a utilizar el ritmo de cinco. El músico de Portugalete ha realizado un viaje a su interior, a las vivencias con amigos de aquí y de allá, la niñez, la paternidad, y como no, el amor, el que le tiene a la trikitixa; las ha convertido en piezas cada cual más querida y le ha dedicado Bost al público, para que juntos sigan alimentando el universo del folk vasco.

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